La evolución económica reciente en las Américas —Estados Unidos, Canadá, y América Latina y el Caribe (ALC)— ha estado dominada por el impacto de dos shocks mundiales distintos: la pandemia de COVID19 y luego la invasión de Rusia a Ucrania. Un tercer shock —el endurecimiento de las condiciones financieras— está ahora incidiendo en las perspectivas. Tras sufrir contracciones severas en 2020, la mayoría de las economías de las Américas se recuperaron con fuerza en 2021 y a comienzos de 2022, ayudadas por la recuperación mundial, la normalización del sector de servicios y el auge en los precios de las materias primas. Sin embargo, las presiones inflacionarias se acumularon debido a perturbaciones relacionadas con la pandemia, la adopción de políticas expansivas, el repunte de la demanda y el efecto que la guerra en Ucrania ha tenido sobre los precios de la energía y los alimentos. La rápida respuesta de las autoridades monetarias de ALC frente al aumento de la inflación —mucho antes que en otras economías— ayudó a contener las presiones en los precios y a mantener ancladas las expectativas inflacionarias a largo plazo, pero la inflación sigue siendo elevada. En medio del endurecimiento monetario y financiero mundial, y la consiguiente ralentización del crecimiento mundial y la moderación de los precios de las materias primas, se prevé que la actividad se desacelere en toda la región de las Américas a finales de 2022 y en 2023, al tiempo que se espera que las presiones inflacionarias cedan gradualmente. Los riesgos a la baja predominan en las perspectivas, y se vinculan con las condiciones financieras más restrictivas, una desaceleración mundial más pronunciada y el arraigamiento de la inflación. En ALC, una drástica caída de los precios de las materias primas y el malestar social son riesgos importantes. Dado que la inflación aún no cede, y que la mayoría de las economías siguen operando a su nivel potencial o cerca de este, debe evitarse un relajamiento prematuro de la política monetaria, la cual debe mantener su curso. Para reducir la incertidumbre y mantener las expectativas inflacionarias ancladas, será fundamental comunicar con claridad las intenciones de política. El apoyo fiscal desplegado para amortiguar el impacto de la inflación en los grupos más vulnerables debe ir acompañado de medidas compensatorias cuando no exista espacio fiscal, pero también para respaldar los esfuerzos de las autoridades monetarias para controlar la inflación. Dados los crecientes costos de financiamiento, será esencial apuntalar los marcos fiscales y avanzar con una consolidación fiscal inclusiva —que proteja los objetivos sociales—, a fin de encauzar la deuda pública en una sólida trayectoria descendente de forma creíble, garantizando a la vez la estabilidad social. Para estimular el crecimiento de ALC a mediano plazo es necesario fomentar la productividad y la inversión pública y privada de buena calidad. Las políticas por el lado de la oferta deben centrarse en reforzar el capital humano, simplificar y modernizar la normativa laboral, y eliminar las barreras que dificultan la entrada y la salida de las empresas.